Los primeros brillos.


Siendo los primeros brillos

bebí vapor de nubes,

corrompí erecciones de tinta

cuando recordé el final de sus piernas

jugando a gritos,

con el vacío de doscientas lenguas.

Abrí la vista y allí el incendio,

que ocultaba ojos

en la hierba azul

testigo bajo un techo de asfalto.

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