Puta.

Soy virtual,

puta

que moja poemas

con los dedos, temblando.

Soy puta,

soy los ojos cerrados

que mastican la pared.

Buscando agua.

Fui buscando

donde las piedras dejan de ser agua

y vomitan angustias de fuego.


Fui fuego, buscando agua, debajo de las piedras.

Alien duce.

El alien duce, chupa y escupe al fin.
Para alien duce dios es digital.

Hormigas de mármol II.

Creo en las hormigas de mármol
caminando por tu clítoris,
esquivando los charcos de mi ego.

Creo a las hormigas de mármol
recorriendo la zona más erecta
de una página en blanco.

El ojo blindado (me mira mal).

Luces calientes atraviesan mi mente.

Un zumbido oscuro,
un relámpago,
las nubes en los caleidoscopios
y el silencio,
el silencio en las manos,
en los huesos
y en las marcas mudas de las uñas.







Orsai.

Ahora mastico las partes más privadas del luto

luciendo trajes de espejos azules apagados,

las babas son tácitas, en el recorte del ombligo

y el calambre de tu recorrido muere con el sudor.

Los primeros brillos.


Siendo los primeros brillos

bebí vapor de nubes,

corrompí erecciones de tinta

cuando recordé el final de sus piernas

jugando a gritos,

con el vacío de doscientas lenguas.

Abrí la vista y allí el incendio,

que ocultaba ojos

en la hierba azul

testigo bajo un techo de asfalto.

Tsunami.

Pestañeo angustias de beyesa
abandonando casas vacías
y el óleo de tu cuerpo.

Entre los espacios oblicuos
y minutos de tiempo virgen
me tumbo en la arena
con un compás de imágenes,
a esperar el tsunami.

Poema natural.

Una gota de aire frío,

las persianas bajas

y el insoportable ruido del televisor apagado

recitando su porno diario

en horarios infantiles.

Cerré los ojos,

que en el trance, atravesaron las ventanas

alejándose con cautela de mi cuerpo.

(Me perdí en el viaje,

nunca me sentí tan bien).