El orden de mi fantasía.


Cuando el negro fúnebre de tus ojos se derrama
me agoto de tener que perder la vista,
de moler los dientes
que saben a alcohol
y licor de poesías
crecidas en la hierba.

En el juego
deseo que mi pluma se transforme en hacha
que te abra el cráneo
para poder buscar el espejo
en tu cerebro,
tatuar mi imagen
y colorear con sangre algún recuerdo
antes de sumergirte en la pesadilla.

Entonces desde tu trono me muestras mi sueño;
aprendo a leer con los brazos desgarrados,
a beber en la sonrisa de tus pausas,
a masturbarte con tinta y teclado,
a follarte.

(El orden de mi fantasía es lo que me mantiene despierto).


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