cuando llegó Alicia


No era un sueño, pero conocí a Alicia, con su pantalón negro, encarnado a la cadera, y su sonrisa con más de veinte años experimentada. Caminaba deprisa, extinguiendo ilusiones, mientras los acordes de su ombligo daban las horas, que acompañaban cada paso vulgar al averno.
En un mar salado, fui a conocer a Alicia, lejos del salitre de las lágrimas coitales, verbando cuentos poéticos y con cola, que me provocaban nauseas y nudos de estómago. A veces sólos, sin palabras, tiernos gestos, que se irradiaban en la tez blanca del rostro.
En mi vida reptil, conocí a mi alada Alicia, que con su orgásmica libertad avanzó voraz... desestabilizándome, llorando..., feliz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

la poesia es algo ke se encuentra en todos lados epro ke pocosn son capaces de con vulgares palabras plasmar.

un saludoo.. me ha gustado muchoo..

mara